¿Crees que la traducción y la interpretación son lo mismo? En la mayoría de ocasiones hay quien piensa que estamos hablando de una misma profesión y que traductores e intérpretes cuentan con las mismas funciones. No obstante, y aunque el objetivo principal de ambos profesionales es la superación de las barreras lingüísticas, la diferencia entre unos y otros es clara.
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El poder del lenguaje escrito y el del lenguaje oral
Podemos afirmar que en estos radica la principal diferencia entre la traducción y la interpretación. Y es que mientras que en la traducción transferimos un mensaje escrito de un idioma a otro, en la interpretación trasladamos a otro idioma un mensaje que se articula oralmente.
En todos los tipos de traducción – ya sea literaria, publicitaria o audiovisual – el traductor reproduce en otro idioma el contenido de un texto escrito, por ejemplo del inglés al español. Además, el traductor tiene la obligación de conocer e investigar el vocabulario específico que forma parte de cada uno de los textos para que el texto final traducido sea lo más fiel posible al original y no transmita un mensaje distinto al del primero.
Por otra parte, en el terreno de la interpretación encontramos a profesionales especializados que suelen prestar sus servicios en conferencias (para las que existen dos tipos de interpretación: simultánea y consecutiva). También se pueden ofrecer servicios de interpretación en hospitales, juzgados, etc. e incluso asistencia a ejecutivos y políticos o diplomáticos en sus viajes al exterior. En este caso el trabajo del intérprete consiste en escuchar el idioma de origen y reproducir el mensaje en el idioma de destino para que la otra parte pueda entenderlo.
Habilidades distintas para disciplinas diferentes
Aunque el principal instrumento de trabajo de un traductor y un intérprete son los idiomas, la manera en que cada una de las disciplinas transmite los mensajes finales requiere habilidades distintas.
El traductor, por ejemplo, debería ser un muy buen lector para la lengua de origen y un muy buen redactor para la lengua de destino. Pero no solo debería ser capaz de redactar conociendo las principales complejidades de la gramática, sino que también debería contar con la habilidad de saber corregir y revisar minuciosamente los resultados finales. Asimismo, debería ser capaz de tomar decisiones precisas acerca del uso de vocabulario específico y saber entender el contexto sociológico y cultural del idioma de destino para que el texto final se comprenda sin dificultades. También es fundamental que cuente con habilidades en el terreno del procesamiento textual y el uso de programas de traducción en línea.
Por otra parte, para el intérprete es fundamental mantener un contacto directo y una interacción constante con otras personas, a diferencia de la profesión del traductor, que es más solitaria y personal. Esta es la razón por la que es necesario que el intérprete sea extrovertido y social, y que cuente también con una buena memoria para poder transmitir los mensajes de la forma más precisa posible. En definitiva, alguien que se exprese en público sin ningún tipo de problema, con un vocabulario extenso, un proceso de toma de decisiones rápido (no hay mucho tiempo para la reflexión, a diferencia de la traducción) y una voz clara con una entonación lo suficientemente audible para convertirla en su principal objeto de trabajo.
Eso sí, ambos profesionales deberán ser capaces de crear y dominar todas aquellas metáforas, analogías y expresiones propias del idioma de destino para adaptarlas y lograr que sean comprendidas perfectamente por el público al cual se dirigen.
Rutinas de traductores e intérpretes
Por norma general, y a no ser que forme parte de una agencia de traducción donde el trabajo se realiza de forma presencial en su sede, el traductor suele trabajar desde la comodidad de su hogar y frente a un ordenador. Sus herramientas principales de trabajo son los diccionarios y manuales relacionados con el campo objeto de la traducción e incluso glosarios con términos que muchas veces proporciona el propio cliente. Se trata, en consecuencia, de un trabajo que suele realizarse de forma solitaria y sin el contacto directo con el cliente, ya que la comunicación con este se produce tan solo para establecer los plazos de entrega o para la consulta de dudas acerca de los textos a traducir.
No obstante, para el intérprete sí es necesario el contacto directo – de tú a tú – con sus clientes, ya sea de forma presencial (lo más común) o a través de videoconferencia (una tecnología que también empieza a ser de uso habitual para la interpretación de coloquios, webinars o conferencias).
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