La traducción es una labor que exige minuciosidad: cuanto más nos adentramos en el lenguaje técnico o específico, más atención debemos prestar a las múltiples trampas de los idiomas. Y si algún sector se caracteriza por presentar ciertas dificultades en la traducción de su vocabulario, ése es el gastronómico.
Cualquier traductor profesional acaba recibiendo en algún momento un encargo para traducir menús de restaurantes, y lo que al principio parece un trabajo sencillo pronto se convierte en todo un desafío. En este artículo explicamos los diferentes peligros, y proporcionamos algunos consejos que quizás ayuden al traductor en esta tarea.
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Los peligros del vocabulario gastronómico
El pan, los cafés y tés, y demás elementos básicos de una carta de restaurante no conllevan grandes dificultades de traducción. Las dificultades aparecen cuando uno se adentra en los platos principales por dos motivos.
El primero es que cada plato puede constar de hasta tres niveles conceptuales:
- Los ingredientes que lo forman: verduras, carnes, pescados, etc.
- El nombre específico del plato: términos que engloban diferentes ingredientes cocinados de un modo determinado, por ejemplo un “cocido madrileño”, una vichyssoise, un San Jacobo.
- El modo de preparación: cocido, rebozado, a la romana, marinado, reducción de Pedro Ximenez, etc.
El segundo es que cada uno de esos niveles tiene enormes variaciones entre un idioma y otro; lo que se denominan variaciones locales. A veces, incluso dentro de un mismo idioma existen variaciones regionales.
Traducir los ingredientes
Frutas y verduras tampoco suelen entrañar mucha dificultad, pero animales, y muy especialmente pescados y procesados, presentan variaciones importantes entre idiomas. Algunos ejemplos:
- Embutidos: cada país tiene su propia forma de elaborar embutidos, creando resultados parecidos pero no iguales, lo que obliga a tomar decisiones difíciles. Quizá el ejemplo más claro de esto sea la morcilla, que sólo en la península ya tiene variaciones de morcilla de arroz, de cebolla, butifarra negra, morcela en Portugal, botifarró o botifarra negra en catalán… y todas ellas diferentes entre sí, y diferentes del boudin francés, o del black pudding británico.
- Jamón: un buen restaurante suele establecer diferencias entre el tipo de jamón que incluye en su carta. Así, no es lo mismo un plato de jamón serrano que un plato de jamón de bellota, y por supuesto no pueden traducirse igual. Así, el jamón serrano puede traducirse como jambon serrano en francés o serrano ham en inglés. Pero el de bellota sería jambon ibérique de gland en francés, o acorn-fed cured ham en inglés.
- Gulas: este procesado es un buen ejemplo de trampa idiomática. En España se utiliza el término “gula” para referirse al procesado de surimi con forma de angula. Pero ese término viene de la marca comercial que lo difundió en España a principios de los 90. No existe un equivalente en francés o inglés, y así para unos sería Gulas (succédané de la civelle fait avec du Surimi) y para otros Gulas (surimi elvers).
- Ventresca: la ventresca de atún es una delicia gastronómica que en inglés se define de forma sencillísima: belly. En francés en cambio son más específicos: ventrèche de thon.
Nombres de platos con variaciones locales
Platos como la vichyssoise o la raclette han cruzado fronteras conservando su nombre original. Y la tradicional coca catalana mantiene su entidad al traducirse como pain de coca en francés o coca bread en inglés.
Sin embargo, las variaciones locales a veces pueden esconder a engaño. Un San Jacobo nunca será un Saint Jacques en francés: se trata del afamado Cordon Bleu. Nombre que mantiene incluso en la cocina inglesa.
La ensaladilla rusa también será salade russe en francés e incluso insalata russa en italiano… pero en la Rusia natal de su receta lleva el nombre de su creador, ensalada Olivier, y en los países anglosajones se traduce como Olivier salad.
Traducir los modos de preparación
Por último, las diferentes técnicas culinarias susceptibles de aparecer en la carta también conllevan dificultades para el traductor.
Los calamares “a la andaluza” no conservan el apelativo al viajar: en francés se traducen como panés frits, mientras que en inglés están floured and fried.
Una vinagreta se traduce fácilmente como vinaigrette en francés… pero también en inglés, porque han adoptado el término francófono.
En resumen, el traductor necesita tener todos sus sentidos alerta y no precipitarse en ninguna traducción, ya que los falsos amigos y las variaciones locales pueden transformar por completo el sentido de lo que dice la carta del menú.
Y sobra decir lo importante que es para el cliente que la carta de su restaurante esté perfectamente traducida.
Recursos para traducir cartas de restaurantes
El traductor que vaya a encarar encargos largos del sector de restauración, o que pretenda especializarse en ello, necesitará adquirir diccionarios especializados como éste, muy completo aunque sólo español/inglés. En las librerías especializadas pueden asesorarle en función de las combinaciones de idiomas que necesite.
Sin embargo, internet proporciona valiosos recursos para el traductor. Más allá de las referencias habituales, existen sitios como Protocolo.org donde se incluye un extenso vocabulario de hostelería traducido al inglés.
La asociación empresarial Alava Incoming, por su parte, ha creado un pequeño pero interesante diccionario gastronómico en español, euskera, inglés, francés y alemán.
Y finalmente, otro recurso gratuito, accesible y más útil de lo que parece: la Wikipedia. Desde las definiciones en el idioma original puede llegarse a las versiones en otros idiomas, que en la mayoría de casos reflejan las variaciones correctas.