Da pereza, e incluso cierta vergüenza, empezar un artículo de traducción con ese adagio tan sobado de traduttore, traditore. Pero nos es bien útil para entender la necesidad de los libros de estilo de la Unión Europea. En literatura, uno puede permitirse licencias idiomáticas en busca del sentido último. En economía, política, administración… es necesario ser precisos.
30 May20180