Al poner título a este artículo quizás nos hemos desviado un poco de lo que realmente queremos hacer notar en él: no solo ya de la presencia de palabras procedentes del idioma inglés (es decir, los llamados anglicismos), sino del abuso que hacemos de ellas en muchas ocasiones cuando tenemos palabras propias en nuestro vocabulario que las definen perfectamente y que acaban viéndose desplazadas por las primeras.
¿No es cierto que hoy hablamos más de CEO, Marketing, SEO o SEM, Product managers o Project managers? Como podréis ver, estos términos también han tenido su auge por la influencia de las nuevas tecnologías y la presencia de internet en todos los ámbitos (empresarial, político, marketing, industrial, etc.).
Pero primero, antes de empezar, echemos un vistazo a la historia…
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Estrictamente hablando, ¿a qué llamamos anglicismos?
En palabras de la RAE, un anglicismo hace referencia al “modo de hablar propio de la lengua inglesa; a una palabra de la lengua inglesa que se emplea en otro idioma; y al uso de palabras inglesas en distintos idiomas”.
Por tanto, queda muy claro que un anglicismo no es más que el producto de la influencia ejercida por el idioma inglés en otros idiomas, siendo sus palabras ampliamente aceptadas en el uso diario de otro idioma y, en consecuencia, comprendidas por una gran mayoría de sus hablantes, ya que su uso suele ser muy frecuente.
Algunos ejemplos de anglicismos ampliamente aceptados dentro del idioma español podrían ser: email, chat, aerobic, coach, casting o blog. Y para cada uno de ellos tenemos la traducción adecuada en español: correo electrónico, conversación, gimnasia coreografiada, selección de personas o diario.
Entonces, ¿por qué hacemos uso de las inglesas y no aplicamos las españolas? Pues porque, tal y como hemos dicho, se han convertido en algo tan cotidiano en nuestras vidas que probablemente no nos demos ni cuenta. Además, es posible que nos atraiga la simplicidad del idioma inglés – poder decir en una palabra lo que en español debemos definir en dos o tres.
¿Qué tipo de anglicismos acepta la RAE?
Principalmente la RAE clasifica a los anglicismos en 2 grupos:
- los superfluos o innecesarios, que se podrían definir como aquellos que cuentan con una palabra equivalente válida en español (por ejemplo, las palabras a las que hemos hecho mención anteriormente),
- los necesarios, hablaríamos en este caso de palabras inglesas que no cuentan con una palabra equivalente en español o que, aunque cuentan con ella, es mucho más común usar la inglesa. Es por ello que la RAE opta por darle tres tipos de tratamiento distinto a este tipo de anglicismos:
- Dejar la palabra tal y como está; es decir, con su grafía y pronunciación de origen. Algunos ejemplos serían camping, software, corner o soul. Ante tales casos, estas palabras tenderán a escribirse entre comillas o en cursiva para hacer constar que su origen no es español.
- Aceptar la palabra y adaptar su pronunciación al español, estaríamos hablando de palabras como airbag o máster, por ejemplo.
- Realizar una adaptación de la grafía como en el caso de fútbol o hándbol (procedentes de football y handball) o de beicon (procedente de bacon).
Eso sí, muchos empezamos a tener claro que la recomendación de la RAE de evitar el uso de anglicismos en caso de contar con una palabra equivalente en español, puede que se esté quedando desfasada, aunque se hagan intentos para lo contrario como veremos más adelante. Además, algunos tenemos la sensación que, poco a poco, el margen entre los innecesarios y los necesarios ya no es tan claro.
Entonces, ¿el uso de anglicismos es positivo o negativo?
A bote pronto no debería ser considerado como un aspecto negativo ya que ello enriquece nuestro lenguaje y nos hace más partícipes del mundo globalizado en el cual vivimos, donde muchos de nosotros usamos las mismas técnicas de marketing y firmamos tratados de libre comercio con otros países del mundo.
La influencia económica de países anglosajones y estadounidenses también es evidente en el uso de nuestro vocabulario habitual y es algo de lo que difícilmente podremos huir.
El problema es cuando el abuso de dichos vocablos puede hacernos caer en el sector de la pedantería y pensar que si nos llamamos a nosotros mismos CEO, en vez de director de la empresa, sonaremos más importantes.
Lo mismo ocurre en la designación de ciertos cargos dentro de una empresa: ¿por qué hablamos de product managers, analyst developers, o project managers cuando podemos hablar de gestores de producto, desarrolladores de análisis o gestores de proyectos?; ¿acaso el trabajo no es el mismo si lo pronunciamos en inglés que si lo hacemos en español?
La misma RAE puso en marcha una campaña hace más de un año para hacernos notar a todos la influencia de los anglicismos en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, especialmente en la empresa y la publicidad.
Pero está claro, que cada uno es libre de hablar como crea más conveniente. Y vosotros, ¿qué opináis?
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